Antonio Martínez Ferrer es para mi más que un amigo. Nos conocimos en
los años terminales de la criminal dictadura del general Franco y
luchamos juntos frente a esa sinrazón que hace prácticamente obligatorio
lo permitido y prohibido lo no permitido. Y la libertad era, es y
seguirá siendo nuestro bien más preciado.
En circunstancias, difíciles, viví unos días oculto en su casa para escapar de la policía franquista. Y allí conocí a Antoñita su mujer y a su familia... Y después de todo aquello y de dar unos cuantos tumbos por el mundo, nos seguimos viendo, disfrutamos de amistad y camaradería; escribimos; estamos vivos.
En circunstancias, difíciles, viví unos días oculto en su casa para escapar de la policía franquista. Y allí conocí a Antoñita su mujer y a su familia... Y después de todo aquello y de dar unos cuantos tumbos por el mundo, nos seguimos viendo, disfrutamos de amistad y camaradería; escribimos; estamos vivos.
Y ayer, a estas horas, Antonio, cultivador de la poesía y guardián de
la memoria familiar, nos obsequió con el regalo de un libro peculiar; un
libro suyo muy bien trabajado y sobre todo concebido con sinceridad y
emoción. "Para la libertad. Memorias a un padre asesinado" (Amargord) es
el título de esta entrañable amalgama de postales escritas por su padre
en trance de ser fusilado (según el parte oficial) en Paterna en 1936,
con poemas del autor (es ante todo poeta) y fragmentos de su experiencia
vital, entre los que tiene el gusto de acordarse de sus amigos.
Una historia dolorosa ante la que no es fácil permanecer indiferente. Un libro de y sobre la memoria; testimonio, dietario, sollozo íntimo.
Una historia dolorosa ante la que no es fácil permanecer indiferente. Un libro de y sobre la memoria; testimonio, dietario, sollozo íntimo.
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