¿El discurso del Rey?
Resulta imposible
determinar –a no ser que se forme parte del equipo que elabora los discursos- el
grado de participación real en la
redacción y puesta en escena de los mismos. Es bien sabido que las instituciones
que detentan o representan poder no suelen dejar nada al azar o al -en este caso- real
capricho. Un equipo de redactores y especialistas elabora borradores y pre-textos,
hasta llegar a un texto definitivo con visto bueno y sello de la casa.
La técnica de la gestación
del ‘discurso del Rey’ (sea el que sea) es similar a la fabricación de un best-seller. Se fabrica una minúscula porción
de ‘novela histórica’, aunque sin dos de sus ingredientes necesarios para el
éxito de ventas: el sexo y la intriga. El tercero, la violencia, no falta, pues
la provoca su lectura publica, es decir, la vergüenza e impotencia del
ciudadano ninguneado o excluido por el discurso, de los problemas nacionales, o
convertido él mismo en carga y problema. Los fabricantes de estos cuentos están
al tanto de las políticas del gobierno de turno; de lo que, según conviene,
deben comunicar a la “nación española”, pues el Rey (Constitución dixit) reina,
pero no gobierna.
Casa Real y
gabinetes de expertos estudian los efectos de los discursos sobre
telespectadores y radioyentes; sobre los ‘analistas’ o ‘tertulianos’, que
puedan influir en la opinión pública; aunque esta opinión, sea sólo la suya.
También se miden y valoran los registros de audiencia, que ofrecen un veredicto
más frio e imparcial. Y estos datos, al menos en los últimos años, no suelen
ser favorables a los propósitos reales.
Me causan pues, cierto estupor –no soy el único- las opiniones de una destacada
política como Trinidad Jiménez, cuando señaló, tras el último mensaje navideño
la “proximidad” del discurso real:
“muy ajustado a la realidad social y económica del país” -dijo-, y que el Rey “quiere que trabajemos todos juntos para
sacar nuestro país adelante” ¿Coña o frivolidad? ¿Es la Trinidad Jiménez,
secretaria de Política Social del PSOE, la que habla, o la familiar del actual
ministro de Justicia y ex alcalde de Madrid, Ruiz-Gallardón? ¿Deberían los 'populares'
ofrecer un puesto a Jiménez en su gobierno? La ex ministra tiene experiencia y
empaque; amén de aplicación doctrinaria, o, ¿debería dimitir Rubalcaba desbordado
por las declaraciones de sus colaboradores, coincidentes con el pensamiento de
sus adversarios políticos? Nada que decir de la coherencia de los “populares” y
plumíferos conservadores, resaltando actitudes modernas e innovaciones formales
en lo tocante al escenario de los discursos, en un intento por blanquear la
maltrecha imagen borbónica. Las audiencias en los últimos años indican empero la
caída en flecha de la popularidad de la familia real, cuyas cuitas ya no seducen
ni interesan a las mayorías. Valga como ejemplo que, el discurso navideño del
Rey, tan sólo en buena parte de la vieja Castilla fue visto con una atención
superior a la media. Poca cosa. Pase lo que pase en el futuro, ya no será el discurso
real el baremo adecuado para conocer la medida de la aceptación o rechazo de la
estirpe borbónica. Lo específico del ‘discurso del Rey’ es que no hay discurso.
Intenta ser un engañabobos pero ya no es, ni eso. No terminaré sin advertir que,
nada de lo dicho tiene algo que ver con la duración de la institución
monárquica en el teatro de las Españas, ni que su hipotético futuro, más o
menos próximo, conduzca a una venturosa época que nos traiga una renovada
República. ¡Si fuera tan fácil!
enero 2013
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